domingo, 9 de marzo de 2014

Todo somos egoístas. 
Todos, tarde o temprano, pensamos más en nosotros mismos que en la otra persona.
Es inevitable, es supervivencia.
Pero cuando dejamos a un lado nuestro dolor, nuestros sentimientos, nuestro ego, encontramos a alguien que también sufre, alguien que necesita nuestra mano para levantarse, alguien que necesita que dejemos de ser egoístas por unos minutos...

Yo he sido egoísta durante mucho tiempo, tan egoísta que no me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor.
Estaba tan centrada en mi dolor, en mis cicatrices, en ponerme sal en las heridas y quejarme que  no me daba cuenta de lo que tenía al rededor.
Tenía amigas sufriendo, familia llorando, un novio más débil de lo que mostraba ser...
Todos lloramos en secreto pero cuando ese secreto se revela, nos sentimos frágiles y a nadie le gusta eso, por eso somos egoístas, porque no queremos ver ni que nos vean...

Pero se acabó eso de ser egoísta, ya es hora de abrir los ojos.